Asesoría
Cuentas sin costo, sin letra chica: ¿Cuáles exist...
Cuentas sin costo, sin letra chica: ¿Cuáles existen y qué condiciones tienen?...
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| 6 de diciembre de 2022
Publicado por: SanodeLucas
Dar un discurso frente a un gran grupo de personas puede ser una fuente de estrés muy legítima: la gente que te está mirando está vigilando cada palabra que digas y, al mismo tiempo, están poniendo toda su atención para hacer un juicio del mensaje que envíes.
Puede que un error en tu trabajo pase desapercibido, pero lamentablemente cuando te diriges a un grupo de personas, las equivocaciones no son tan fáciles de tapar.
Pero no te preocupes, parte de evitar errores es reconocerlos. Si todavía no tienes claro cuáles son estas equivocaciones comunes, te recomendamos que leas la siguiente lista para mejorar y aprender de ellas:
Como dijo una vez el famoso político británico Benjamin Disraeli: “habla con un hombre acerca de sí mismo y te va a escuchar durante horas”.
Si no hablas con tu público acerca de ellos mismos, lo más probable es que no presten atención.
Los discursos genéricos que no se adecúan a las necesidades del público, son el primer gran error. Los oyentes saben cuando el orador no ha hecho su tarea y su respuesta oscila entre la decepción y la frustración.
Para evitar esto, pregúntate: “¿Quién es mi público? ¿Cuáles son sus temas de interés? ¿Cómo ayudarlos con mi mensaje? ¿Cuánto saben ellos sobre mi tema? ¿Qué tengo que pedirles para recibir una respuesta a mi mensaje?”.
Al saber a quién te diriges será más fácil transmitir una idea clara, de manera interesante y atractiva.
Sin importar quién sea, la mayoría de los oradores no logran mantener un contacto visual sostenido con su audiencia.
Para lograr una verdadera conexión, te recomendamos que mantengas tu mirada al menos dos o tres segundos con una persona, o el tiempo suficiente hasta que completes una frase completa.
La comunicación efectiva se da a través de la vista. Es la habilidad no verbal más importante para comprometer a tu audiencia con tu mensaje.
Platón alguna vez dijo que el comienzo es la parte más importante de una obra. Es un mal hábito común entre los oradores desperdiciar esos preciosos segundos de apertura; deambulando inútilmente, haciendo bromas o disculpándose innecesariamente.
Todos estos errores desconcentran y hacen que la audiencia no sienta la necesidad de escuchar.
Por lo mismo debes abrir con una explosión. Invierte tiempo y esfuerzo para elaborar y memorizar. Muestra una estadística sorprendente o haz una pregunta para la reflexión.
Hay por lo menos 20 tics comunes que la gente hace mientras habla: aprietan las manos, deambulan en un espacio, se meten las manos en los bolsillos, hacen sonar teclas, tuercen anillos, etc.
Para evitar esto, grábate hablando y ve la reproducción para ver qué movimientos son innecesarios y puedes mejorar.
Practicar de manera seguida te ayudará a sentirte más cómodo, reducir la ansiedad y moverte con facilidad en un lugar determinado.
La mayoría de los presentadores que dominan los discursos se preparan.
Para optimizar tu percepción de ti mismo y conseguir el resultado que deseas, realiza la presentación completa en voz alta por lo menos una vez, y la apertura y el cierre de tu discurso al menos tres veces.
Si estás nervioso, tu lenguaje corporal puede ser percibido por la audiencia. Pero es perfectamente normal estar nervioso y la mayoría de los miembros del público va a entender y no le importará en lo más mínimo.
Sin embargo, decirle a todos lo nervioso que estás puede hacer que se sientan incómodos por ti, lo que terminará llamando más la atención a las señales que la gente podría nunca haber notado. Así que no lo menciones, no importa lo tentado que te veas a hacerlo.
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